sábado, 27 de junio de 2009

Canciones para el olvido II

Este es el segundo bloque de esas canciones que marcan mi vida, mis recuerdos, las horas, los días... y a cada una de las personas que representan estas canciones.
Me quieres ver grande
a pensar de lo debil que soy
y si toco hasta el fondo me sacas de nuevo
Por eso me quedo
me aferro y te quiero a morir
por eso aqui adento tu estas todo el tiempo
viviendo del sufrimiento
Digna historia de nunca olvidar... para no cometer de nuevo la torpeza que cometí apenas dos años después... una no aprende hasta que la vida le saca el túetano...
Olvidarte me cuesta tanto olvidar quince mil encantos
es mucha sensatez
Y no se si sere sensato
lo que se es que me cuesta un rato hacer
cosas sin querer
Y aunque fui yo quien decidio que ya no mas
Y no me canse de jurarte que no habra segunda parte
Me cuesta tanto olvidarte
Me cuesta tanto olvidarte
Me cuesta tanto...
me costó más de un año, casi dos... pero gracias por ser como fuiste para mí, que otro me enseñó mejor, para otro, para memo... amor, para vos no hay canción

queriendo el día de noche

Alguien tiene que sentarse a escribir acerca de lo que le pasa a las personas que tienen el horario biológico alterado... osea, como yo que puedo dormir tooooooooooda la tarde porque en la noche ni un asomo de sueño, y es cuando estoy más alerta, más despierta y más atravesada, porque mientras todos duermen a mi se me ocurre hacer de todo...
Es como vivir en un mundo paralelo, como Alicia en el país de las maravillas... Mientras todos roncan a mí me entran unas ganas de limpiar, otras veces mientras todos duermen comienzo a leer y las ideas comienzan a agolparse en mi cabeza hasta que siento que no puedo más y tengo que escribirlas en alguna parte para que no se desboquen y me atrapen...
¿Cómo será vivir de día? Si, porque de día trabajo de manera normal, hablo, camino y educo a mis estudiantes con las ideas que surgen de mis noches de trabajo, con mis delirios de insomnio y las quejas de quienes tienen el sol como referente.
La noche, ah, la noche que nos priva de ver a los demás mientras a otros nos entran los recuerdos, las memorias y las ganas de comernos al mundo a bocaditos, la que nos infunde este temor de hacer más escándalo del que pueden soportar las duermevelas de nuestros iguales.
Y siempre llega el día, ese que nos corrompe con sus luces, con olores y sonidos tan despiertos después de que los demás se apagaron y nosotros apenas tocamos el botón de off.