lunes, 19 de enero de 2009

Voluntaria en Un techo para mi país. Impresiones posteriores


En Costa Rica las personas que tienen la cinta presidencial han negado por años que existan condiciones inhumanas en nuestras tierras de Suiza Centroamericana, pero se nota que nunca salen de sus casitas estilo palacios, ni que han paleado para poner un pilote de su propia casa.

Después de haber visto y vivido hace un mes la pobreza en su condición más grotesca puedo decir que nadie ha medido en realidad la intensidad con la que la falta de vivienda afecta a las familias. Precarios, ranchos en finquitas, gente hacinada en casas de latas, madera, etc... esta es otra Costa Rica que existe y que debería ser parte de un pasado.


Cuando me inscribí al voluntariado solo pensaba en mi miedo y en hacer algo, ahora salgo impresionada, pensando que se hace tan poquito pero que al hacerlo estamos moviéndonos por otras personas, no solo por nosotros mismos. Me impactaba como una familia podía darnos todo como forma de agradecer lo poco que hacíamos, corriendo, preparándonos la comida, dándonos todo el amor... nosotros les hicimos a ellos una casa, pero para mí crearon un hogar junto al grupo de voluntarios que fuimos a meter las manos al barro.


Vivir de cerca esta pobreza material frente a la riqueza de darlo todo por otras personas me ha hecho cambiar de una manera impresionante, aunque regresé con una gripe increíble, volveré... ni por sentirme importante, sino por hacerle saber a quienes pasan necesidades que ellos son importantes, que no están solos y que mientras exista en cada costarricense la voluntad, algún día todos tendrán más que una casita de emergencia.

lunes, 5 de enero de 2009

ya se que soy pésima para los blogg, pero es que realmente he estado intentando hacer más y escribir menos.
Me he alejado porque estuve viendo la realidad de las personas que viven en mi país pero que no viven dentro de una casita sino en horribles ranchos a los que, efectivemente, el gobierno no vuelve sus poderosos ojos de arpía. Me encanta poder haber hecho algo que ellos no saben hacer, ensuciarme las manos para que otros puedan vivir en casitas limpias.